Moda y Tendencias
The true cost: un documental que hay que ver
Es raro que hable de películas o series en el blog, pero cuando vi el documental The true cost me quedó dando vueltas y supe que tenía que hablarles de él. Sobre todo porque se relaciona directamente con un tema que nos encanta: la moda.
The true cost
Este documental aborda la industria textil y nació a partir del accidente en Rana Plaza, en Bangladesh, donde el edificio colapsó en abril de 2013 y dejó más de mil muertos y más de 2 mil heridos. Una de las cosas terribles de la historia es que los trabajadores habían avisado de la aparición de grietas en la estructura y así y todo los hicieron trabajar.
El documental está disponible en Netflix y yo espero que lo vean, no pretendo contarles acá todo lo que trata, pero sí me gustaría compartir algunas reflexiones.
Yo, como todos supongo, a veces voy a vitrinear ropa. Por ejemplo, si voy a Patronato espero encontrar ropa barata y si veo un chaleco de $12.990 me parece que es caro. Pueden decirme que soy apretada o lo que sea, pero es una sensación, pienso que no vale la pena comprar un chaleco en Patronato a ese precio. Sin embargo, si lo pienso bien… mientras más barata es la ropa más barato es el costo de haberla fabricado. ¿Y quiénes pagan? Los trabajadores, personas que deben aceptar sueldos ridículamente bajos.
Desde occidente exigimos ropa cada vez más barata, entonces las marcas exigen a sus proveedores ropa a un costo menor. A ver, no creo que la “culpa” sea de los consumidores, creo que es de un sistema que está falto de control y que traspasó límites. El tema sería una gran reflexión sociológica, psicológica y todos los logos que se les ocurran, que no pretendo realizar acá.
Pero quiero que pensemos en lo que tenemos, ¿es necesario comprarse ropa todo el tiempo? Y ojo, que esto es un auto tirón de orejas, si a alguien más le llega yo no me hago responsable. El nacimiento del fast fashion creó una necesidad inexistente, hay marcas de ropa que sacan nuevas colecciones constantemente y nosotros creemos que necesitamos al menos algo de eso nuevo. Lo que no es cierto.
Típicas marcas de fast fashion son algunas que han llegado en el último tiempo a nuestro país (y otras que llevan más): H&M, Forever 21, Zara. Las marcas propias de las grandes tiendas también las clasifico en esta categoría: Opposite, Sybilla, Index.
Encuentro genial que tengamos más opciones, pero si eso significa que una mujer tiene que dejar a su hija para poder ir a trabajar por un dólar al día, entonces no sé si vale la pena. ¿Podemos hacer algo al respecto como simples mortales? Lamentablemente creo que no. No se trata de dejar de comprar en esas tiendas porque es probable que las marcas ni lo sientan, son los dueños y gerentes de esas marcas a quienes se les tiene que caer la teja. Pero si ganan millones de dólares y con eso tienen lo que quieren ¿irán a cambiar? Difícil.
Lo que hay que cambiar es la mentalidad de las nuevas generaciones, no sé bien cómo se logrará, pero hagamos pequeñas cosas con las que nos sintamos bien. Eduquemos de la mejor manera a nuestros hijos, compremos menos ropa, reciclemos lo que podamos, no sé, ¿qué se les ocurre?
Por el momento las invito a ver el documental The true cost para que algo se les mueva. Chile será aún un país tercermundista, pero creo que algo como las fábricas textiles de Asia no tenemos. Nuestro río Mapocho (para las metropolitanas) no será el más limpio, pero no nos trae cientos de enfermedades como el Ganges.
Vean The true cost para que sigamos la conversación que da para mucho. Y si alguna tiene un emprendimiento con ropa de segunda mano o con materiales orgánicos, pues compártalo, que como dijo la abuela sauce una pequeña gota luego crea grandes ondas.
¿Has visto este documental? ¡A compartir y comentar!
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